No hablaremos de Picasso
Fundación María José Jove
A Coruña
Febrero 2015
Comisaria: Marta García Fajardo
Fundación María José Jove
A Coruña
Febrero 2015
Comisaria: Marta García Fajardo
En la serie de obras Hacer y deshacer trato el tema del eterno retorno desde el punto de vista de la belleza y el arte. El eterno retorno de lo nuevo en el constante devenir de los lenguajes artísticos; surgen unos de las cenizas de otros. Intento establecer una relación entre arte, sociedades y los seres vivos.
Todo ser vivo porta el gen de su autodestrucción o muerte. Estos trabajos parodian la fascinación por la belleza de las obras de arte que representan actos de destrucción. Recortando y doblando reproducciones de obras clásicas que representan escenas de caza o de batallas he creado los seres y objetos cuya muerte es representada. Así los objetos resurgen, cual Ave Fénix, de las propias escenas que nos muestran su destrucción.
Como en la época del Romanticismo, en Cuado muerto se representa el silencio de la muerte, la tragedia, la idea del drama del paso del tiempo y de la fugacidad de la belleza y la vida. Presenta la situación de calma después del desastre. El espectador debe reconstruir lo sucedido.
En un “accidente” todo ha terminado. ¡Qué inestable esa vanidad de lujo y alegría! Vanitas Vanitatum Omnia vanitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad). ¡Qué inútiles los placeres mundanos frente a la certeza de la muerte. El pesimismo lo envuelve todo. Si se mira la juventud, su energía, en breve el tiempo la destruye. Si se sueña con el amor, el desengaño lo carcome; si se cree en la riqueza o en la fama, pronto se desvanecen con la trampa y el delito; si se alzan los ojos al más allá ya no está la religión para consolarnos; si se cree que la sociedad puede salvarnos, la injusticia y la corrupción nos desencantan. Vivir ¿para qué? Una angustiosa melancolía, una incontrolable desesperación se apodera de todo el cuerpo social.
El naufragio donde no queda nadie vivo, todos han perecido. Soledad, frío y muerte, son sensaciones que entusiasmaban a los románticos. El estado espiritual del personaje romántico estaba constituido por una insatisfacción con su mundo contemporáneo, de tristezas sin motivo y de una no aceptación de la vida y la sociedad. ¿Vivimos un nuevo Romanticismo?