Universo Personal

Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté

Universo Personal Exposición de Mateo Maté 2012 Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía Abadía de Santo Domingo de Silos

Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté
Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté
Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté
Universo Personal

Instalación
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Abadía del Monasterio Santo Domingo de Silos
2011
Comisaria: Lynne Cooke

Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté
Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté
Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté
Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté
Universo Personal 2012 Silos Mateo Maté

      […]. “Universo personal” va a contracorriente de la línea que [Mateo Maté] ha seguido en los últimos años, en parte porque responde a la singularidad del lugar para el que se encargó el proyecto: el monasterio de Santo Domingo de Silos. En esta abadía hoy residen unos treinta monjes. Se dedican a la oración, el trabajo, el estudio, el ocio y el descanso, según un ciclo de tareas estrictamente ordenado desde hace siglos. Aunque viven al margen de lo mundano, se implican en el mundo moderno y, por ejemplo, utilizan ordenadores para investigar, o confían en las últimas tecnologías médicas cuando están enfermos. Sin embargo, los conceptos cíclicos del tiempo rigen su vida física y mental de una manera poco común en el mundo de hoy, donde prevalecen los objetivos teleológicos.

      Maté evoca el universo de un representante de esta forma de vida comunitaria mediante una obra estructurada en dos partes: una proyección localizada en la antecámara y una instalación situada en la galería posterior. Hay diversos objetos familiares suspendidos dentro de una envoltura esférica: un zapato, unas gafas, un devocionario, una lámpara de escritorio. Una pequeña cámara, que circunnavega lentamente esta constelación de objetos cotidianos, filma todo lo que capta con su objetivo fijo. A continuación, en tiempo real, esta mirada mecánica se proyecta sobre una pared de la sala contigua. Cuando los visitantes entran en el espacio de la exposición, ven lo que parece una película granulosa en blanco y negro de un mundo aparte. De pronto, cuando se aproxima la cámara orbitante, surgen ante la vista los objetos. Con el avance de la cámara, se vislumbran fugazmente fragmentos de otros objetos, como vistos de reojo. A medida que los objetos aparecen y desaparecen en este reino misterioso, su verdadera identidad resulta cada vez menos significativa, como si fueran medios y métodos de meditación, no sus objetivos o destinos finales.

      Sólo cuando los visitantes atraviesan el umbral de la galería, comprenden plenamente cómo se ha construido esta visión. Lo inmaterial se vuelve material y lo espectral, concreto. Incluso cuando se revela la banalidad de estos objetos característicos del régimen de la vida monacal, se pone de manifiesto que son precisamente su familiaridad y mundanidad lo que fundamenta este universo personal y le da forma. La imagen visionaria de Maté alude a la dialéctica de lo espiritual y lo material desde la que el eclesiástico construye su mundo. Dado que esta dialéctica podría leerse como movimiento entre lo psicológico y lo fenomenológico, este proyecto sutil evoca las modalidades desde las que nosotros también conjuramos nuestros universos mentales.

Lynne Cooke

      Se atribuye a un sabio de la antigüedad, Tales de Mileto, la opinión de que el más grande de todos los seres es el espacio, “porque contiene todo”, y el más rápido el espíritu, “porque recorre todo”. Pero, a veces, el espíritu pierde su vigor y se vuelve lento. Otras veces, renuncia a él. En ambos casos sucede entonces lo mismo: que el espacio se contrae y se vuelve pequeño. Nace así el mundo de las cosas que llenan una habitación y que la mirada va recorriendo sin prisa por acabar de verlas. Cuando las cosas más vistas del mundo encuentran los ojos de quien ha adquirido un espíritu de lentitud, nace un mundo dentro del mundo, un mundo que, en su insignificancia, contiene empero todos los significados capaces de enriquecer al más grande de los seres. Hay unos versos del poeta español José Luis García Martín que evocan este mundo personal donde el artista, Mateo Maté, ha clavado su tienda: Sin salir de casa,/uno puede conocer el mundo,/pero sin salir al mundo/uno no puede conocer su casa. El poeta sugiere, tal vez, una especie de dialéctica entre el ancho mundo y ese otro mundo que, contraído, explora el espíritu de la lentitud. Sin la ambigua experiencia de lo grande, mal se puede gozar por contrapartida de lo pequeño. También lo grande se vuelve pequeño para el monje benedictino, que recibe en su regla el consejo de tratar todos los objetos del monasterio como si fuesen vasos sagrados del altar.

Víctor Márquez Pailos, Prior de la Abadía de Santo Domingo de Silos